Hoy, día de juegos,
hablaré de otro clásico: Carcassonne.
En Carcassone seremos un
terrateniente con el objetivo de maximizar sus posesiones dentro de un
territorio que poco a poco iremos construyendo.
Digo construyendo poco a
poco porque el tablero de juego estará formado por numerosas piezas cuadradas
que habrá que ir encajando. Cada una de estas piezas puede tener dibujado
tramos de camino, pasto, ciudad o iglesia.
Así pues en nuestro turno
cogeremos una de las fichas boca abajo y la colocaremos en un lugar del tablero
donde pueda encajar (se empieza con una ficha con ciudad, camino y prado ya
colocada para que siempre se pueda encajar algo). Una vez ubicada esta pieza
podemos situar uno de los seguidores que tenemos (sólo en la ficha que acabamos
de poner) para tomar posesión de lo que nos interese de la ficha (si lo ponemos
en la ciudad será un caballero, si lo hacemos en el camino será un ladrón, en
el campo un payés, y en la iglesia un cura).
Una vez consigamos cerrar
una estructura (camino, ciudad o iglesia) siguiendo las normas del juego,
recuperaremos al seguidor y sumaremos los puntos correspondientes. Esto no
sucede con el payés, que se quedará colocado hasta el final de la partida y
sumará los puntos dependiendo de las ciudades finalizadas que “abastece” con su
granja.
Un factor decisivo cuando
jugamos a Carcassonne es el hecho de no poder añadir un seguidor a una
estructura ya reclamada (por nosotros mismos o por un rival), aunque sí que
podremos poner a nuestro adepto en una ficha que calculemos se acabará uniendo
a esa construcción, repartiendo así los puntos por igual en caso que la
compartamos con un rival, o llevándonos sólo nosotros los puntos por tener más
seguidores que el rival en esa construcción.
Como sucede en la mayoría
de juegos que se han hecho más populares, existen muchas ampliaciones para el
juego básico que le dan más variedad, así como algunas variantes como
adaptación para niños o juegos para smartphones.
En definitiva Carcassonne
es un muy buen juego donde cada partida es diferente gracias al factor “azar”
al elegir las fichas, y que puede ser muy divertido en el momento en que varios
jugadores intentan robar la ciudad a un rival y se acaba convirtiendo en una construcción
titánica casi imposible de cerrar. También puede ser desesperante estar
pendiente de “esa” ficha que nos encaja perfectamente y nunca sale.
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