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divendres, 8 de març del 2013

Carcassonne (ESP)


Hoy, día de juegos, hablaré de otro clásico: Carcassonne.



En Carcassone seremos un terrateniente con el objetivo de maximizar sus posesiones dentro de un territorio que poco a poco iremos construyendo.

Digo construyendo poco a poco porque el tablero de juego estará formado por numerosas piezas cuadradas que habrá que ir encajando. Cada una de estas piezas puede tener dibujado tramos de camino, pasto, ciudad o iglesia.

Así pues en nuestro turno cogeremos una de las fichas boca abajo y la colocaremos en un lugar del tablero donde pueda encajar (se empieza con una ficha con ciudad, camino y prado ya colocada para que siempre se pueda encajar algo). Una vez ubicada esta pieza podemos situar uno de los seguidores que tenemos (sólo en la ficha que acabamos de poner) para tomar posesión de lo que nos interese de la ficha (si lo ponemos en la ciudad será un caballero, si lo hacemos en el camino será un ladrón, en el campo un payés, y en la iglesia un cura).

Una vez consigamos cerrar una estructura (camino, ciudad o iglesia) siguiendo las normas del juego, recuperaremos al seguidor y sumaremos los puntos correspondientes. Esto no sucede con el payés, que se quedará colocado hasta el final de la partida y sumará los puntos dependiendo de las ciudades finalizadas que “abastece” con su granja.

Un factor decisivo cuando jugamos a Carcassonne es el hecho de no poder añadir un seguidor a una estructura ya reclamada (por nosotros mismos o por un rival), aunque sí que podremos poner a nuestro adepto en una ficha que calculemos se acabará uniendo a esa construcción, repartiendo así los puntos por igual en caso que la compartamos con un rival, o llevándonos sólo nosotros los puntos por tener más seguidores que el rival en esa construcción.

Como sucede en la mayoría de juegos que se han hecho más populares, existen muchas ampliaciones para el juego básico que le dan más variedad, así como algunas variantes como adaptación para niños o juegos para smartphones.


En definitiva Carcassonne es un muy buen juego donde cada partida es diferente gracias al factor “azar” al elegir las fichas, y que puede ser muy divertido en el momento en que varios jugadores intentan robar la ciudad a un rival y se acaba convirtiendo en una construcción titánica casi imposible de cerrar. También puede ser desesperante estar pendiente de “esa” ficha que nos encaja perfectamente y nunca sale.

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